Les proponemos un paseo por el tortuoso callejero del casco viejo de la ciudad. Vamos a descubrir todo lo que ha venido sucediendo dentro de las murallas de la ciudad a lo largo de la historia y, sobre todo, vamos a adentrarnos en los lugares donde ha residido y reside el poder: los foros, el conventual y la plaza. Recorrido total: 1,68 kms.
 
 

La ruta comienza en las TERMAS DE LA CALLE PONTEZUELAS (1) situadas en un solar que antaño ocupara hasta el año 2002 un secadero de jamones en donde aparecieron restos de viviendas del siglo I ubicadas fuera de las murallas de la ciudad y, también, un conjunto termal cuya planta se conserva casi íntegra.

A escasos metros de las termas, haciendo esquina con las calles José Ramón Mélida y Sagasta, se construyó un edificio residencial en cuya planta sótano se sitúa el Centro de Interpretación del Mosaico. En él podemos ver un pequeño tramo de la muralla, con una torre de planta redonda adosada. Dentro de la muralla y unida a ella, encontramos algunas estancias pertenecientes a una vivienda, una de ellas con suelo de mosaico bícromo. Después se llega a la PUERTA DE LA VILLA (2), plaza en cuyo centro se alza una fuente con una estatua femenina de bronce. Representa a la arqueología como una mujer vestida a la usanza romana, portando un ramo de laurel en una de sus manos. La escultura es obra del afamado escultor local Juan de Ávalos. Ésta se hizo en homenaje a los arqueólogos que iniciaron las excavaciones en Mérida a comienzos del siglo XX. Si miramos al fondo, a nuestra derecha, descubrimos la presencia de otra estatua, en este caso de mármol. Es la representación ideal de la Mártir Eulalia, patrona de la ciudad. Fue realizada por otro escultor emeritense: Eduardo Zancaza.

A nuestra izquierda se abre la calle de Santa Eulalia, verdadera arteria vital de la ciudad que perpetúa el que fuera eje de la Colonia romana, el decumanus Maximus. Esta vía seccionaba la urbe de oeste a este, desde la puerta del puente sobre el Guadiana hasta donde nosotros nos hallamos ahora, lugar en el que estuvo ubicada otra puerta, de ahí que esta plaza reciba el nombre de Puerta de la Villa. Los accesos a la Sala Decumanus nos muestran un fragmento del decumanus maximus, con sus losas de diorita y cuarcita, así como restos de los pórticos que la flanqueaban. Ya dentro de la citada Sala, merece la pena admirar un testimonio arqueológico singular. Se trata de un aljibe romano utilizado por los primeros cristianos de la localidad como improvisada iglesia.

A través de las calles Berzocana y San José confluimos en la calle Sagasta. El primer conjunto con el que nos encontramos es el denominado PÓRTICO DEL FORO (3). Se trata de la esquina de un pórtico monumental que formaba parte del grandioso programa propagandístico del antiguo Foro Municipal de Augusta Emerita. Éste pórtico fue erigido hacia mediados del siglo I a imagen y semejanza del Foro de Augusto en Roma. Siguiendo más abajo por la Calle Sagasta llegamos al TEMPLO DE DIANA (4), un Templo de Culto Imperial ubicado al fondo de una gran plaza que fue parcialmente nivelada, ya que se evidencian en algunas zonas restos de un criptopórtico. El templo, de planta rectangular, se alza sobre un alto podio de granito que concluye en molduras. Sobre él asienta la columnata cuyos tambores de granito estuvieron estucados y pintados. Esta columnata rodea todo el templo. Debió de erigirse aún bajo el poder de Augusto. Su estado de conservación excepcional se debe a que, durante siglos, el templo sirvió de cimiento y armazón del Palacio renacentista del Conde de los Corbos, del que se conservan aún algunas partes.

Recorremos toda la calle Romero Leal, donde aún se conservan algunas casonas solariegas decimonónicas o de los inicios del siglo XX para llegar al CENTRO CULTURAL ALCAZABA (5), en cuyo interior podremos ver restos de manzanas de la ciudad romana delimitadas por calzadas. Estas manzanas presentan una mezcolanza de estructuras de diversos momentos y con funciones diversas, así un espacio público altoimperial del que se conserva un gran estanque, posteriormente reutilizado para la edificación de unas termas.

Antes de llegar a la Plaza de España, es obligado pasar por la Plaza del Rastro, donde podemos admirar la fachada del Conventual Santiaguista. El acceso al edificio se hace a través de una portada en arco de medio punto. Al cuerpo principal de Conventual se une la torre del homenaje, un sólido cubo con un único y minúsculo vano. Adosada a ésta vemos la fachada de la que fuera la iglesia prioral, reformada para albergar un salón de actos. Este edificio es hoy la sede la Presidencia del Gobierno de Extremadura.

En la PLAZA DE ESPAÑA (6) destaca la presencia, en su centro, de una fuente neobarroca de mármol de finales del XIX, obra del taller lisboeta de Germano José do Salles. De un gran estanque circular emerge un pedestal con amorcillos que, montados sobre delfines, van haciendo sonar unas cornucopias. Los soportales que se conservan, y que circundaban todo el recinto, son fruto de varias reformas. El edificio más antiguo de todos cuantos rodean la Plaza de España es la CONCATEDRAL DE SANTA MARÍA (7). El hallazgo de alguna pieza visigoda hace pensar que aquí se ubicó la famosa catedral matriz de Santa María de Jerusalén, con su baptisterio, el palacio obispal y el atrio que los unía. Lo cierto es que, reconquistada la ciudad, se erigió aquí una ermita que fue progresivamente ampliada. Hoy se nos presenta como un conjunto gótico arcaizante, es decir, un templo muy macizo y achaparrado, con sencillos pináculos en la cabecera.

Alrededor de la Plaza podemos contemplar también el Palacio de los Mendoza y La casa de los Pacheco, el Círculo Emeritense, la Casa Consistorial y el Palacio de la China.

Subiendo por la Calle Santa Julia accedemos al antiguo CONVENTO DE SANTA CLARA (8), convento que fuera de los monjas Clarisas y que no quedó bien rematado hasta el siglo XVII. Es una obra señera del barroco clasicista, a pesar de los muchos avatares que tuvo su edificación. En el interior se encuentra la Colección Visigoda que contiene multitud de testimonios de lo que fue la Mérida Visigoda, especialmente de las piezas que los decoraron: cimacios, pilastras, ventanas, columnas, celosías, o que formaron parte de la liturgia en las iglesias del poderoso obispado emeritense: canceles, pilas, mesas de altar. También podemos ver laudas o inscripciones sepulcrales de los cristianos de esa época, así como objetos de orfebrería, cerámica y vidrio.

A través de un estrecho callejón que discurre entre la cabecera de la antigua Iglesia de Santa Clara y las traseras de la casa de los Pacheco, desembocamos en la recoleta plazuela de Santa Clara, que se une a otra plazoleta a la que mira el edificio del antiguo HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS (9), hoy sede de la Asamblea Autonómica. Esta fundación franciscana es de corte barroco, presenta zócalos y esquinas de granito, en tanto que el resto de las fábricas y las portadas son de ladrillo. Su interior se articula en torno a un patio porticado de dos alturas, la primera con arcos de medio punto y, la segunda, con una galería de arcos rebajados.

Muy cerca de ahí se encuentra el ARCO DE TRAJANO (10), que fue la monumental puerta de acceso al espacio sagrado (temenos) que circundaba a un gigantesco templo de culto imperial. El arco de medio punto, que conserva una altura de 15 metros desde el arranque de las pilas, era el vano central de una puerta con tres arcos, siendo los dos laterales menores y rebajados. Toda su estructura estaba realizada en sillares de granito. Próximo al arco se encuentra el antiguo Convento de las Concepcionistas, donde se mezclan los estilos renacentista y barroco.

A pocos metros, subiendo por la Calle San Francisco se encuentra el antiguo HOSPITAL DE JESÚS NAZARENO (11), edificio en el que no han dejado de hacerse reformas desde el inicio de su construcción, allá por 1725. Fue convento, hospital de pobres, hospital de campaña, cárcel y museo. Hoy este inmueble alberga uno de los paradores nacionales más lujosos y antiguos, ya que fue inaugurado ni más ni menos que por el Rey Alfonso XIII. Conviene entrar y ver el pequeño claustro que hay en su interior. Sus columnas, procedentes de edificios romanos o visigodos, muestran en sus fustes inscripciones cúficas árabes con invocaciones a Alá.

Si bajamos unos metros por la Calle Holguín, nos encontramos con los restos del Templo del Foro Provincial, del que sólo podemos ver una esquina de su podio. Su núcleo es de hormigón forrado de sillares. Algunos de los fragmentos de tambores de columnas conservados, todos de mármol, prueban la magnificencia con la que fue construido este edificio y, sobre todo, su colosalismo ya que, sólo el podio, tiene 3,10 metros de altura en lo conservado.

Muy cerca de los restos de este templo, y para concluir nuestra ruta, se halla la IGLESIA DEL CARMEN (12), que fue erigido por la Orden de los Franciscanos Descalzos a mediados del siglo XVIII, pasando a ser manicomio tras su desamortización. La iglesia luce en su portada curiosos blasones de la ciudad. Es un ejemplo más del barroco clasicista, el más prolífico de la ciudad.

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