Puerta de la Villa

Se trata de una plaza en cuyo centro se alza una fuente con una estatua femenina de bronce. Representa a la arqueología como una mujer, vestida a la usanza romana, portando un ramo de laurel en una de sus manos. La escultura es obra del afamado escultor local Juan de Ávalos. Ésta se hizo en homenaje a los arqueólogos que iniciaron las excavaciones en Mérida a comienzos del siglo XX.

Desde esta plaza se abre la calle de Santa Eulalia, verdadera arteria vital de la ciudad que perpetúa el que fuera eje de la Colonia romana, el decumanus Maximus. Esta vía seccionaba la urbe de oeste a este, desde la puerta del puente sobre el Guadiana hasta donde nosotros nos hallamos ahora, lugar en el que estuvo ubicada otra puerta, de ahí que esta plaza reciba el nombre de Puerta de la Villa.

Junto a la plaza se encuentra la Sala Decumanus que en los restos de su parte inferior nos muestra un fragmento del decumanus maximus, con sus losas de diorita y cuarcita, así como restos de los pórticos que la flanqueaban. Ya dentro de la citada Sala, merece la pena admirar un testimonio arqueológico singular. Se trata de un aljibe romano utilizado por los primeros cristianos de la localidad como improvisada iglesia. La prueba que corrobora esta circunstancia es la presencia, en una de las paredes de este deposito, de una corona de laurel en cuyo interior se representa el anagrama de Cristo.

Muy cerca de ese lugar, se encuentra la presencia de otra estatua, en este caso de mármol. Es la representación ideal de la Mártir Eulalia, patrona de la ciudad. Fue realizada por otro escultor emeritense: Eduardo Zancaza.

Se trata de una plaza en cuyo centro se alza una fuente con una estatua femenina de bronce. Representa a la arqueología como una mujer, vestida a la usanza romana, portando un ramo de laurel en una de sus manos. La escultura es obra del afamado escultor local Juan de Ávalos. Ésta se hizo en homenaje a los arqueólogos que iniciaron las excavaciones en Mérida a comienzos del siglo XX.

Desde esta plaza se abre la calle de Santa Eulalia, verdadera arteria vital de la ciudad que perpetúa el que fuera eje de la Colonia romana, el decumanus Maximus. Esta vía seccionaba la urbe de oeste a este, desde la puerta del puente sobre el Guadiana hasta donde nosotros nos hallamos ahora, lugar en el que estuvo ubicada otra puerta, de ahí que esta plaza reciba el nombre de Puerta de la Villa.

Junto a la plaza se encuentra la Sala Decumanus que en los restos de su parte inferior nos muestra un fragmento del decumanus maximus, con sus losas de diorita y cuarcita, así como restos de los pórticos que la flanqueaban. Ya dentro de la citada Sala, merece la pena admirar un testimonio arqueológico singular. Se trata de un aljibe romano utilizado por los primeros cristianos de la localidad como improvisada iglesia. La prueba que corrobora esta circunstancia es la presencia, en una de las paredes de este deposito, de una corona de laurel en cuyo interior se representa el anagrama de Cristo.

Muy cerca de ese lugar, se encuentra la presencia de otra estatua, en este caso de mármol. Es la representación ideal de la Mártir Eulalia, patrona de la ciudad. Fue realizada por otro escultor emeritense: Eduardo Zancaza.

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