Embalse Romano de Proserpina

Carretera de Proserpina

A unos cinco kilómetros al noroeste de la ciudad se encuentra este embalse romano, en el mismo lugar donde se entablara la famosa batalla de la Albuera. En ella se dirimío a favor de Isabel la Católica la disputa por el trono de Castilla que mantuvo con Juana “la Beltraneja. La Albuera de Carija pasó a conocerse como embalse de Proserpina tras aparecer en sus alrededores, en el siglo XIX, una inscripción de una mujer que invocaba a esa diosa de los infiernos para que castigase a quienes habían robado la colada que tenía tendida. Proserpina es hoy una de las playas de agua dulce mejor acondicionadas de Extremadura.

La obra del dique, uno de las más grandes de la antigüedad, tiene 425 metros de largo por 21 metros de altura y cierra un vaso natural en el que confluyen dos arroyos, aparte de recoger aguas de lluvia y de algún manantial. Presenta varias fases de construcción. La más antigua, del siglo I y hoy bajo las aguas, es un muro de sillares con contrafuertes de sillarejo aguas arriba, los añadidos posteriores (que van del siglo II al XVII), crean una pantalla ataludada con contrafuertes aguas arriba. Estas ampliaciones se hicieron, bien para aumentar la capacidad del vaso, bien porque el vaso original se colmataba de fangos y, ante la imposibilidad de dragarlo, éste se recrecía.

Aguas abajo el dique está estribado sobre un gran espaldón de tierra. Adosadas a la presa y embutidas en el espaldón dos torres desde la que se accedía a las tomas de agua que estaban a distintas alturas del muro. De estas torres, el agua pasaba a la conducción hidráulica que llegaba al norte de la ciudad antes de atravesar el valle del Albarregas por el acueducto de los Milagros. A la presa se adosa un importante lavadero de lanas del siglo XVIII.

Si queremos saber la importancia que para vida de la Colonia tuvo el líquido elemento, es indispensable visitar el Centro de Interpretación del Agua ubicado en el entorno del propio embalse.

A unos cinco kilómetros al noroeste de la ciudad se encuentra este embalse romano, en el mismo lugar donde se entablara la famosa batalla de la Albuera. En ella se dirimío a favor de Isabel la Católica la disputa por el trono de Castilla que mantuvo con Juana “la Beltraneja. La Albuera de Carija pasó a conocerse como embalse de Proserpina tras aparecer en sus alrededores, en el siglo XIX, una inscripción de una mujer que invocaba a esa diosa de los infiernos para que castigase a quienes habían robado la colada que tenía tendida. Proserpina es hoy una de las playas de agua dulce mejor acondicionadas de Extremadura.

La obra del dique, uno de las más grandes de la antigüedad, tiene 425 metros de largo por 21 metros de altura y cierra un vaso natural en el que confluyen dos arroyos, aparte de recoger aguas de lluvia y de algún manantial. Presenta varias fases de construcción. La más antigua, del siglo I y hoy bajo las aguas, es un muro de sillares con contrafuertes de sillarejo aguas arriba, los añadidos posteriores (que van del siglo II al XVII), crean una pantalla ataludada con contrafuertes aguas arriba. Estas ampliaciones se hicieron, bien para aumentar la capacidad del vaso, bien porque el vaso original se colmataba de fangos y, ante la imposibilidad de dragarlo, éste se recrecía.

Aguas abajo el dique está estribado sobre un gran espaldón de tierra. Adosadas a la presa y embutidas en el espaldón dos torres desde la que se accedía a las tomas de agua que estaban a distintas alturas del muro. De estas torres, el agua pasaba a la conducción hidráulica que llegaba al norte de la ciudad antes de atravesar el valle del Albarregas por el acueducto de los Milagros. A la presa se adosa un importante lavadero de lanas del siglo XVIII.

Si queremos saber la importancia que para vida de la Colonia tuvo el líquido elemento, es indispensable visitar el Centro de Interpretación del Agua ubicado en el entorno del propio embalse.

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